martes, 9 de abril de 2013

Curiosidad: un lugar llamado Tierra.


Lectores, tengo una sensación extraña. 
No sé que hago ahora mismo en Gales.

¿Sabéis? 
La Tierra, el mundo, nuestro planeta; como queráis llamarlo, es sin duda alguna muy curioso.
Damos vueltas, vueltas y más vueltas. Un día en Occidente y al otro en Oriente.


Mientras conocemos nuevos lugares, conocemos nuevos lenguajes.
Mientras conocemos nuevos lenguajes, conocemos nuevas culturas.
Mientras conocemos nuevas culturas, conocemos nuevas personas.

¿Como saber si estas personas, que en un principio son meros transeúntes, pueden llegar a cambiarnos la vida?

Pues bien, hoy día 9 no veo mejor momento para hablar de este tema.

En uno de mis viajes, encontrándome en tierras anglosajonas, conocí a una chica que acabaría cambiando mi vida.

Curiosamente, vivimos en la misma ciudad, y no obstante, nos conocimos en Oxford.




Aquí encontramos un mero ejemplo de curiosidad, 
¿Puede que en nuestra ciudad natal nos hayamos cruzado? 
¿Puede que nos hayamos mirado? 
¿Por qué no nos conocimos en nuestra ciudad? 
¿Si nos hemos cruzado y nos hemos gustado, por qué no reaccionamos en ese momento?


Hay muchas preguntas sin resolver y que jamás serán resueltas, por culpa de la enigmática curiosidad.

No obstante, aunque la vida da muchas vueltas, las cosas buenas se quedan, y nunca jamás cambiarán, y eso es algo que se debería apreciar más, ya que la curiosidad y nosotros mismos somos los que hacemos que las cosas buenas permanezcan.


Y lo que empezó en la ciudad de Oxford ha ido pasando por diferentes lugares, 
pasando días en pueblos valencianos, 
cogiendo un tren para ir de aquí a allá, 
lavándonos los dientes cogidos de la mano en plena Gran Vía madrileña, 
dormirnos en un autobús de regreso en Londres,
despertarnos en pleno Sot de Chera aislados del mundo,
...



Me pregunto a dónde nos llevará la curiosidad ahora.



                                                                                                                                        Joan Soler.

sábado, 6 de abril de 2013

En tu habitación siempre es primavera.


El destino hizo que acabase perdido en mitad de aquél jardín.

¿Quién me lo iba a decir?, entre todo aquél oscuro jardín encontré una flor, una bella y misteriosa flor.
Poco a poco me fui acercando; su olor me hipnotizó.
No podía saber que especie de fantasía podía estar viviendo, nada más lejos, todo era real.

Las sensaciones, los sentimientos, toda una serie de emociones me recorrieron el cuerpo.

Intentaba encontrarle una explicación para aquella nueva y dulce sensación.

Aquella flor era única, me hacía sentir grande ante los enormes pinos que me rodeaban, me hacía sentir vivo.

Aquella flor creció y se convirtió en una hermosa joven.

Queridos lectores, ¿qué puedo decir? 
Nunca me cansaré de oler, tocar, besar y amar a ésta bella flor.



"En tu habitación siempre es primavera."



Joan Soler.